No es lo mismo vivir mucho tiempo, que existir mucho tiempo. Alguna vez nos paramos a pensar cómo perdemos el tiempo. Cuando nacemos nos entregan un vale por “x” tiempo 60, 70 o 80 años. Nosotros tenemos que administrarlo. Si lo administramos bien la vida nos será larga; si lo administramos mal la vida será corta. ¿Verdaderamente administramos nuestro tiempo o lo dilapidamos, como si fuera infinito? Cómo el tiempo es algo inmaterial no lo valoramos, cuando alguien nos pide nuestro tiempo se lo damos como si fuera gratuito. Cuando estamos en peligro de muerte somos capaces de dar todo lo que tenemos por unos cuanto meses o semanas de vida.
Todo el que vive el presente pensando en el futuro, elimina el día actual, pensando sólo en el día de mañana. Tiene ante sí el mayor obstáculo para la vida: “la espera”. La espera tiene un fin, no hace falta ser muy listo para imaginárselo. Mientras llega ese fin al que hay que estar preparado puede aprovecharlo no con un discurso apático, ni consagrándote a las musas inspiradoras del alcohol, ni a las charlas banales en los tabancos de moda, ni a las largas y tramposas partidas de domino. Todo esto no es descansar, si te paras a pensar encontraras tareas más interesantes dependiendo de tus cualidades y capacidades.
Por último, tenemos que intentar tres cosas, por lo menos: que no nos roben el tiempo, que no nos arrebaten el tiempo y, sobre todo, que no se nos escape la posesión de nuestro tiempo. Escribo esto por que veo que se acerca mi jubilación o prejubilación de una u otra manera.